Los conteos de aves desde siempre han servido como una herramienta para fomentar la ciencia ciudadana y a su vez, han sido una oportunidad para los pajareros de conocer sitios que por sus condiciones particulares no siempre son de fácil acceso para los aventureros. Tal es el caso de la siguiente historia que les voy a narrar y que tiene lugar durante el IX Conteo de Aves RNVS Barra del Colorado 2020 en el noreste del Caribe costarricense. Este evento me llevó junto a mis amigos Fabián Torres, Kenneth Leitón y Tomohide Cho a emprender un viaje hasta el borde de la frontera con Nicaragua, hacia nuestra ruta Delta Costa Rica.

Esta aventura comienza en las instalaciones de la Oficina Regional de Guápiles del Área de Conservación Tortuguero. En este punto, conoceríamos al gentil guardaparques Jason Chavarría, quien sería el encargado de guiarnos en la pajareada. Partimos hacia la zona norte del país, cruzando infinidad de parajes que mostraban todo un mosaico de situaciones sociales y una fragmentación del paisaje rural que revelaban otra realidad del país a la que muchos no estamos acostumbrados a observar. Después de un par de horas por los caminos pedregosos, llegamos al pueblo de Delta Costa Rica, donde nos recibiría el guardaparques Edwin Salazar, para pasar la noche junto a la orilla del impresionante Río Colorado.


Durante la madrugada, reflexionaba sobre la importante labor que tienen los guardarecursos en el país, en el cómo sin importar la escasez de personal, recursos o que tan alejados sean los sitios que protegen, siempre están entregados determinantemente a su labor. Pensaba en ello, cuando la primer ave del conteo apareció en escena, ya que desde uno de los árboles cercanos a las instalaciones donde pernotamos, una hermosa pareja de la lechuza blanco y negro (Black-and-White Owl) vocalizaba constantemente. Con un poco de suerte, salimos a buscarlas y nos permitieron acercarnos lo suficiente para poder apreciar cada uno de sus detalles.

Para las 5:00 am, los silbidos de las “gallinas de monte” (Slaty-breasted Tinamou y Great Tinamou) marcaban el inicio de la jornada. Sabíamos que nuestra ruta se componía principalmente de un trayecto acuático por los canales del Río Colorado, por lo que aprovechamos el tiempo mientras esperábamos el bote para pajarear los pastizales circundantes y registrar las aves de zonas abiertas que quizás no veríamos más adelante. Quedamos asombrados con la enorme cantidad de mosqueritos migratorios del género Contopus (wood-pewee) que pudimos observar. No obstante, fue una especie endémica de Centroamérica, el cucarachero de Zeledón (Canebrake Wren), el ave que más nos cautivó.

Para cuando llegó la lancha, ya teníamos un buen número de pájaros y nos encontrábamos motivados para seguir con el conteo. Comenzamos a movilizarnos por el enorme Río Colorado, cuando comenzaron a aparecer muchísimas garzas, golondrinas y martín pescadores que enriquecieron la lista del día. Aunque estuvimos expuestos a un sol abrasador, el grupo se mantenía muy alerta a cada movimiento que rompiera la cotidianidad de la vegetación y buscábamos arduamente en cada espacio del afluente que solía encogerse o ampliarse con el pasar del recorrido. De pronto, en la cima del follaje avistamos dos tiranos norteños (Eastern Kingbird), que muy vanidosos posaron para las cámaras, admito que esta ave fue mi favorita de la pajareada.


Durante la mañana, calentaba aún más el sol cuando de repente y de la mano de las corrientes de viento empezaron a llegar las imponentes rapaces. Aunque sobrevolaban muy alto, fuimos identificando cada una de las siluetas que encontráramos, hasta que nuestra vista se centro en un interesante ataque de un halcón peregrino (Peregrine Falcon) a un gavilán de swainson (Swainson’s Hawk), una escena digna de un documental. Después de este impactante encuentro, seguimos explorando las interminables lagunas y vías secundarias del río, hasta que dimos frente a frente con el ave emblema del conteo de este año, el enorme águila pescadora (Osprey).


Ya para el medio día, llegamos a Puerto Lindo, el sitio donde culminaba esta travesía. Mientras desembarcábamos, logramos observar las últimas aves, entre ellas la inquieta Reinita Castaña (Bay-breasted Warbler) y la brillante Reinita Cabecidorada (Prothonotary Warbler). Al final, logramos un total de 114 especies de aves para nuestra ruta del conteo, aportando un granito de arena a un enorme proyecto de ciencia ciudadana del RNVS Barra del Colorado. Para celebrar, fuimos a almorzar a la Finca Integral La Luisa, un hermoso centro turístico rural, que nos sirvió un delicioso banquete para retomar las fuerzas necesarias para seguir explorando esta maravillosa región .

Para terminar, quisiera agradecer a los guardaparques Andrea Cruz, Erick Herrera y demás organizadores por la excelente gestión de este evento. Fue muy evidente el compromiso que tienen con la conservación de la avifauna de la zona. Además, extiendo un enorme agradecimiento para nuestro líder de ruta Jason, que nos acogió con mucho cariño en todo momento. Sin duda, esta fue una increíble pajareada que nos recargó de energía positiva en este año complicado, espero que haya sido de su agrado esta historia.

Cuéntame, ¿has participado de un conteo de aves?