Me encontraba participando de un conteo de aves en marzo de este año, cuando me enteré del primer caso confirmado de Coronavirus para Costa Rica. Al principio no podía dimensionar cómo esta pandemia transformaría la forma de convivir y menos cómo cambiaría nuestra manera de pajarear. En lo personal me era inconcebible pensar que ya no podía salir a observar aves los fines de semana con mis amigos del club de birding de mi ciudad o que muchos de los parques y centros recreativos que frecuentaba, serían cerrados por la emergencia nacional.
De pronto, empacar los binoculares y tomar un rumbo diferente para descubrir nuevas aves en el listado personal se volvió difícil. Soñábamos desde nuestras casas con volver a las aventuras en la montaña. Algunos tuvimos que desacelerar el ritmo con el que solíamos practicar esta actividad, mientras que para otros, fue una oportunidad para innovar, incursionar y descubrir formas seguras de disfrutar de la naturaleza. Dado que se acerca el fin de este año, quisiera compartir con ustedes tres puntos positivos que como observador de aves puedo rescatar de esta nueva normalidad.
1. Nos hizo valorar cada ave. Si bien, este punto no puede aplicarse a todos los birdwatchers, es una realidad que para muchos la pandemia nos devolvió la motivación necesaria para deslumbrarnos con la presencia de cualquier ave, sin importar qué tan común pueda llegar a ser la especie. Dejamos de lado el objetivo de las listas superiores a los cien pájaros y ya no nos desalentamos por no observar cosas nuevas durante los viajes, al contrario, recordamos la verdadera esencia de esta actividad, la cual es disfrutar de las aves.

2. Nos volvió más observadores. Ante el panorama de la emergencia nacional, varios de los pajareros tuvimos que limitar nuestras observaciones a las zonas verdes cercanas o exclusivamente a los jardines de los hogares. Esto permitió que comprendieramos mejor la dinámica de la avifauna local que nos rodea, así como atestiguar interesantes comportamientos de las aves, tales como: cortejo, cuido parental, migración altitudinal, entre otros.

3. Se fomentó la visitación de sitios no tradicionales de birding. Con un ecoturismo paralizado durante gran parte del tiempo de la pandemia, muchos de los guías locales observadores de aves y/o aficionados dispusieron de más tiempo para explorar nuevas rutas y sitios potenciales para esta actividad, enriqueciendo la información disponible sobre la distribución de las aves en las diferentes regiones. Uno de los casos más sonados para Costa Rica, fue el re-descubrimiento del búho llanero (Athene cunicularia), una especie que llevaba más de cien años sin reportarse en el país.

Aunque este 2020 nos haya arrebatado muchas de las tradiciones y actividades pajareras que solíamos realizar, también nos ha fortalecido e impulsado a innovar en nuestra forma de compartir la pasión por la avifauna. Tengo certeza que los festivales de aves que tanto extrañamos volverán y que disfrutaremos aún más de las salidas en grupo para observar aquellas fabulosas especies que nos esperan en lo más profundo de las montañas.
Cuéntame, ¿Cómo fue tu experiencia pajareando en este 2020?